De metafísica y de lugares comunes
Antes que nada quiero decir que creo en el pensamiento positivo, que el pensar en el éxito nos encamina hacia él. Sin embargo, mi creencia no es extremista, valido la postura de que uno debe actuar en el sentido correcto o de lo contrario los sucesos no se darán de la forma en que esperamos. Además, el pensar positivo nos ayuda a nosotros mismos, no envía ayuda celestial en nuestro socorro. ¿A qué viene esto? Es muy simple, ya lo van a ver…
El universo es una entidad de carácter malicioso y corrupto, busca vernos en el estado mínimo de desarrollo, coarta nuestras chances de triunfo y se regocija en nuestro fracaso… Es cierto, le pongo excesos de color, pero la idea es esa. Ahora, me ha tocado recientemente encontrarme con alguien cuya percepción es contraria. Hablo de una dulce viejecilla perteneciente a algún tipo de culto metafísico necesitado de adeptos.
Con una voz suave y delicada la señora planteaba como ante un problema alcanza con cerrar los ojos, pensar en positivo y ver como el universo se movilizaba en nuestro favor. “Pensar en positivo es recibir resultados positivos. Somos uno con el universo y él es uno con nosotros” En ese momento mi imaginación estaba desbocada, escuchaba su letanía con cierta apatía, me la imaginaba ante el fin del mundo, un inmenso meteorito al borde de destruir nuestra existencia y la viejita, tomada de la mano de sus seguidores, cerraba los ojos y gritaba “Va a estar todo bien”… Clushhhhhhh, el meteorito los aplasta. En ese momento me sentí culpable y volví a prestarle atención, el imaginar el destino final de alguien no suele ser algo agradable, le pedí disculpas a la viejita que estaba bajo el meteoro y me concentre en lo que decía la real.
“A qué es así, ¿verdad mijo?” Ups, me perdí de algo importante… Y en esos casos, ¿qué se hace? ¿Se dice que si? ¿Se acepta un funesto destino, una propuesta indecorosa que ignora por completo? Obviamente se dice que no, pero ¿qué no? ¿El que nos deja en evidencia como ausentes de la conversa y nos pinta desinteresados, insensibles? ¿O el que nos convierte con su poder innegable en individuos deficientes que no son capaces de seguir o comprender la más simple de las argumentaciones? ¿Eh? Ah, ninguno. Entonces uno opta por decir “Mmm”
Gran invento ese, nos hace ver profundos y meditabundos. Nos proporciona un garbo, un encanto envidiable. Además, nos sitúa en la zona franca de los comentarios, nadie sabe lo que opinamos y todos se ven obligados a seguir argumentando para convencernos por las dudas.
En fin, dejo por aquí los divagues, si la señora es abuela, madre, tía, hermana o pareja de alguno de ustedes, le mandan saludos y que no se preocupe, seguro que si cierra los ojos el universo la ayuda a que yo le preste más atención :P