La segunda peor columna que he escrito
En vistas de que puedo parecer reiterativo en lo que hace a mis columnas referidas al transporte colectivo de pasajeros, he ideado otro tema para tratar. ¿Acerca de que va a divagar ahora? Bueno, sobre el tiempo No en un tono “¡Qué tiempo loco! ¿No?” sino “Ya era hora de que llegaras. ¿Qué estabas haciendo?”. Es un lindo tema, aporta cuestiones filosóficas y provechosas y me permite hacer una enumeración. :p
1) El tiempo como ente inmoral y malicioso
Todos sabemos que en el fondo es un muchacho desagradable y resentido. Que a sabiendas de que su tarea nunca termina se divierte modificando nuestra apariencia. Cada momento que el recorre se asegura de que nos deje alguna marca. “Uh, ahí tienes un granito” “Ups, te quedó una cicatriz” “Opa, ahí te salió una arruga” “Jejeje, estás canoso titán.”
Hablo de como se asegura de que las diferencias en las edades se noten, porque cuando uno está madurando ella está en el punto justo. Porque cuando uno maduró, ella se cayó del árbol. Si, hablo de esas missis Robinson que sin duda hemos visto en algún momento. Lo peor es que si no se da esa desproporción, el rencuentro es tan bochornoso que no da para hacerse el interesante. La ilusión se rompe y es lo mismo que si ella se hubiera caído del árbol
3) El tiempo un rebelde sin causa, irritante y fastidioso
¿Se lo ven venir? Claro, eso mismo. Ah, no… Entonces este ítem refiere a la relatividad del mismo. Seguro, el hecho de que el desnaturalizado ese corre más rápido cuando la estás pasando bien o vas llegando tarde, y tan lento como puede (llega hasta casi detenerse) cuando estás aburrido como una ostra o esperando a alguien. Ni hablemos de si estas compitiendo por algo, porque se asegura de hacer ambas cosas a la vez…
4) El tiempo ese individuo fraudulento, ese embaucador
Esto sale a colación de la costumbre desleal del susodicho de no respetar lo pautado. Si uno establece un lapso para determinada actividad él se asegura de que dure más de lo estipulado. Incluso comete la bajeza de hacernos creer que será suficiente, que cumpliremos con ello, para que con dolor y vergüenza descubramos que no es así.
5) El tiempo y su afán de ser víctima de un crimen capital
Ojo, en este punto también tenemos culpa nosotros. ¿Por qué? Porque si estamos aburridos buscamos una forma de matarlo que le sea dolorosa y nos divierta, él desde luego que se deja pero… Ah, no quiero olvidarme de destacar el afán compulsivo que tiene de permitir que nos lo roben, más que nada a las personas importantes (“Te robo un segundito de tu tiempo”) y a quienes son partícipes de un rompimiento (“Me robaste los mejores años de mi vida”)